Autor: cotayon, Tipo: Senderismo, Zona: Oscos - Eo
Localidad: Pumares - Santa Eulalia de Oscos, Provincia: Asturias, País: España
Comentario: La Ruta Cascada de Seimeira es acta para niños ya que su dificultad es baja. Nosotros hemos hecho la ruta solo hasta la cascada sin ascender al pueblo de Busqueimado como indica la ficha técnica del Principado de Asturias, ya que el trayecto entre Busqueimado y Ancadeira según comentarios leídos en internet nos ofrecía un riesgo que con una niña pequeña no queríamos asumir. Este riesgo es debido a la falta de mantenimiento del camino lo cual nos podría haber supuesto un aumento en el kilometraje. El camino entre el área recreativa de Pumares y la Cascada es muy fácil y se encuentra muy bien señalizado. El recorrido total es de 8 km incluida la ida y la vuelta.
Dificultad: Muy Fácil
Desnivel: 150 metros
Horario: 3 horas
Longitud: 0 kilómetros
Ruta apta para niños:
No
Accesos: Desde Santa Eulalia de Oscos cogemos la SE-2 que nos conducirá al área recreativa de Pumares donde dejaremos el coche para comenzar la ruta.
Descripción: La ruta comienza en le área recreativa de Pumares donde habremos dejado el coche ya que en el pueblo dependiendo del día resulta bastante difícil encontrar donde aparcar. Cruzaremos la carretera y nos dirigiremos hacía el pueblo de Pumares donde todavía podemos observar los restos de un antiguo mazo. Al final del pueblo y dejando el río Agüeria a nuestra izquierda cogeremos un senda que en ligero ascenso nos adentrará en el bosque. Por el camino nos encontraremos con robles, castaños y sobre todo por la abundante de vegetación que en las partes sombrías del camino se encuentra rodeada por musgo.
El sendero nos conducirá a la Ancadeira lugar donde se encuentran varias construcciones abandonadas las cuales nos harán retroceder en el tiempo y pensar como podría la gente vivir en un lugar tan apartado de todo.
Continuamos atravesando el solitario Valle del Desterrado donde nos encontramos con un cartel en el cual podremos leer la siguiente leyenda.
Cuentan los mayores de aquí que hace muchos años habitaba en Santa Eulalia de Oscos, un señor para el que trabajaba un obediente criado.
Una tarde, regresaban de una jornada de caza y se dirigían a escuchar misa, pero se les hizo un poco tarde. El señor, que no quería perderse la celebración ordenó al muchacho que se adelantara galopando y diera orden al cura de retrasar la ceremonia para que le diera tiempo a llegar. Así hizo, dando fusta a su caballo llegó a la iglesia antes de iniciar la misa. Le dijo al curo que aguardase, que su amo estaba en camino, que no tardaría mucho en llegar y que tenía mucho interés en oír la misa. El párroco, viendo que ya estaba congregado todo el conejo, pese a las súplicas del joven se negó a retrasar la hora de inicio y comenzó la liturgia.
Cuando llegó el señor, ya estaban abandonando todos la iglesia, pidió explicaciones a su criado y después de oír su argumento, se enfureció de tal modo que le ordenó que matase al cura o que ahí mismo mandaría matarle a él. El criado viéndose tan acosado no vio otra solución que obedecer a su amo. Mató al cura con la esperanza de que no le prendieran, pero su mismo amo le delató. La pena que le correspondía al joven era morir en la horca.
Por aquellos tiempos, se daba la circunstancia de que todos los vecinos de Santa Eulalia excepto nuevo pertenecían a la nobleza. Una disposición real otorgaba el título de hidalguía a todos aquellos habitantes que fuesen autosuficientes, o lo que es lo mismo aquellos que no necesitaban trabajar para nadie, ni que necesitasen comerciar con nadie. Como quiera que en los Oscos casi todas las caserías producían todo aquello que necesitaban para vivir, a muchos de sus vecinos se les dio el título de hidalgos. Estos hidalgos no poseían riqueza y trabajaban de sol a sol para sobrevivir, pero tenían título.
Legado el día del ajusticiamiento se congregó casi todo el concejo. A la hora de levantar la horca, momo los nobles no podían ejercer de verdugos no había brazos suficientes capaces de elevarla. Hubo que cambiar la sentencia del criado y, librado de la ejecución se le desterró de por vida a sitio donde no oyera carro chirriar, gallo cantar ni campana sonar. Por aquel entonces poca gente se aventuraba a ir más allá de la aldea de Ancadeira y aquí lo confinaron. Desde entonces este valle se conoce con el nombre de Valle del Desterrado.
Atravesando el Valle del Desterrado nos encontráremos con un puente el cual ignoraremos y continuaremos nuestro camino hasta la cascada. La cascada tiene una caída de 30 metros y nos ofrece la posibilidad de sacar unas fotos maravillosas.
El camino de vuelta lo haremos por el mismo sitio.
Si hubiéramos cruzado el puente tras un breve ascenso el camino nos conduciría hasta el pueblo de Busqueimado donde podremos visitar la capilla consagrada a San Pedro, acompañada de dos impresionantes tejos.
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